Mi infancia, la muerte
Todo cuanto tiembla en el borde es nacimiento. Y solo desde el borde se ve la luz primera el blanco-blanco que nos crece en el pecho PIEDAD BONNETT Quizá papá y mamá no me perdonen si digo que mi infancia es la muerte. Que, en esa tierra, la tierra de mi infancia la del crotón amarillo y verde también se levanta una palmera de cocos sin agua, un rosal marchito. Que los cardos siguen creciendo allí en las sierras y las semillas de cacao nunca germinarán. Los linderos de mi infancia se desplazan, día a día, como enredaderas por mi memoria. Se adhieren a ella con sus pequeñísimas ventosas, colonizando el país de lo que soy, de lo que tengo y lo que no. Y duelen. ...